Como este blog tiene como
objeto hablar sobre los marginados sociales, en esta ocasión la prostitución es objeto de este artículo, por constituir una forma de marginación de quienes
la ejercen.
Como marginación social se
entiende la situación que vive un individuo o grupo social cuando no forma
parte de la sociedad ya sea por cuestiones políticas económicas, profesionales
o sociales. Este fenómeno se produce cuando el conjunto de la sociedad sigue
como normas de convivencia unos ideales aceptados por dicha comunidad social, o
porque se imponen desde el poder en defensa de sus intereses, aunque lo ostente
un grupo minoritario.
La marginación social se
produce en actos de rechazo, indiferencia, represión o reclusión, en una gran
amplia gama de grados; sin embargo, la característica común a todas las formas
de marginación es la falta de oportunidades y la privación o no accesibilidad a
bienes y/o servicios básicos para todo miembro de la sociedad en cuestión.
La prostitución, como
marginación social, es del tipo de marginación artificial de exclusión o por
represión de conducta, como pueden ser los que padecían hasta hace pocos años
los homosexuales, las madres solteras, los mendigos y quienes ejercen lo que se
conoce como “el oficio más antiguo del mundo”, así como los que viven de la
prostitución ajena como es el caso de los chulos o proxenetas.
España ostenta el triste
récord de ser el primer país de Europa y el tercero del mundo que demanda más los servicios de prostitución. Según la ONU, el 39% de los varones españoles ha pagado tener relaciones sexuales mercenarias, lo que sitúa a España
en ese primer puesto a nivel europeo y tercero en el mundo, lo que no es motivo
de orgullo alguno
El segundo país, en lo que
respecta a Europa, es Suiza con un 19%, al que siguen Austria (15%), Países
Bajos (14%) y Suecia (13%) . Y a nivel mundial, los países que superan a España
son Tailandia, donde el 71% de los hombres ha pagado por sexo, y Puerto Rico,
con un 61%.
Un dato a tener en cuenta en
relación al negocio de la prostitución en España es que en nuestro país existen
más de 1.500 burdeles, en los que se producen unos ingresos de cinco millones
de euros diarios.
Además del alto porcentaje de usuarios de la prostitución, España es uno de los principales destinos del tráfico de mujeres y uno de los más importantes puntos de tránsito de tan vergonzoso tráfico de seres humanos.
Aunque la dificultad para perseguir estos delitos queda patente con solo el dato de que en 2017,en todo el país, se abrieron únicamente 103 causas judiciales por ese motivo, según la Fiscalía General del Estado.
Pilar Llop, delegada del
Gobierno para la Violencia de Género proporcionó todas estas cifras en la
conferencia que dio sobre la prostitución en nuestro país. organizada por
la Coalición contra la Trata de Mujeres y la Comisión para la
Investigación de los Malos Tratos a Mujeres que tuvo lugar en Madrid, el 4 y 5
de febrero del pasado año y que reunió a 40 especialistas de 22 países.
Perseguir en España a los que
se dedican a la trata de mujeres con fines de explotación sexual ha demostrado
ser una misión imposible. Esto lo prueba el hecho de que en 2017 se abrieron
solo 103 causas judiciales por dicho motivo, según informa la Fiscalía General
del Estado.
En España solo se penalizan algunas
formas de proxenetismo. La dificultad es enorme para llevar a un proxeneta a
prisión porque suelen ser organizaciones transnacionales, lo que dificulta recabar
evidencias y, sobre todo, se debe probar la extrema vulnerabilidad de la mujer
víctima de la explotación sexual y hay que demostrar que no ha tenido otra
alternativa real que someterse al abuso y explotación y eso es muy difícil.
según palabras de Beatriz Sánchez Álvarez, fiscal adscrita al Fiscal de la Sala
de Extranjería.
Para que una investigación de
esta naturaleza prospere es absolutamente necesario contar con el testimonio de
la víctima y hay que tener en cuenta que los tribunales son muy reacios a
investigar un delito en el que la mujer explotada sexualmente no admite serlo y
no presta su colaboración con la justicia a través de su testimonio.
Una posibilidad que se apunta es la conveniencia de que la legislación española penalizara a los que solicitan dichos servicios sexuales y pagan por ellos por ser cooperadores necesarios. En otros países europeos ya penalizan a quienes demandan los servicios de prostitución, como es el caso de Francia que en febrero de 2019 el Consejo Constitucional de dicho país declaró conforme a la Carta Magna castigar a los consumidores de la prostitución, lo que estableció una ley aprobada en 2016 que había sido recurrida por varias organizaciones.
Por otra parte, son muy
numerosos los estudios realizados sobre los efectos irreversibles y
devastadores que provoca la prostitución en las personas que la ejercen, por
ello hay países en los que la trata de seres humanos está considerado como un
delito de lesa humanidad que, por su extrema gravedad, no prescribe nunca.
Otros Gobiernos califican a la
prostitución como “esclavitud moderna”. Ninguna nación civilizada puede
consentir la prostitución que niega la dignidad de quienes la ejercen. No se
puede pensar para justificar esta lacra social que las personas que se
prostituyen son libres de hacerlo o no y de dejarla (la prostitución) si ya la
ha ejercido. La supuesta voluntad de la prostituta muchas veces se confunde con
la pobreza, la incultura, el convencimiento de que ese es un trabajo como otro
cualquiera, la falta de respeto a si misma y el ambiente de marginación en el que ha vivido que no le
ha enseñado a establecer los valores que permiten a un ser humano crear los
pilares de su propia dignidad y del respeto a sí mismo,
Ya decía Johann Wolfgang Goethe que “Nadie es más
esclavo que quien se tiene por libre sin serlo”.