No hay mayor marginación que
ser apartado de la sociedad durante años o meses ,para pagar una factura pendiente,
pero que nunca se acaba de saldar.
Sin embargo, la condena no
empieza en la entrada en la cárcel del condenado y finaliza cuando ha cumplido
su condena y sale libre. Es entonces cuando el dedo acusador de la sociedad le
empieza a señalar como a un exconvicto, negándole muchas veces la supuesta
reinserción que prometía en sí la condena impuesta.
Muchas veces, la propia
familia del recluso le rechaza, los amigos y conocidos le evitan, vecinos,
compañeros de trabajo, le recuerdan constantemente en su actitud que él sigue
siendo para ellos un delincuente, haya o no cumplido la pena impuesta. Esa
deuda con la sociedad se la cobrarán unos y otros de forma cotidiana,
consiguiendo que el exrecluso se sienta más marginado cuando está libre que
cuando estaba entre rejas.
La vida carcelaria en España
España ocupa el número uno en
Europa Occidental en presos y cárceles. Aunque España es uno de los países más
seguros de Europa, con una tasa ce criminalidad de 45 delitos por cada mil
habitantes. En el mes de junio de este año se contabilizó una cifra aproximada de
73.000 personas encarceladas en nuestro país, de las cuales el 70% es por
tráfico de drogas y robos u otros delitos relacionados con el consumo de dichas
sustancias estupefacientes.
Grecia tiene una tasa de 38 y Portugal de 40 y,
por ello, ofrecen una menor tasa de delincuencia. A pesar de ello, el número de
reclusos españoles duplica la media europea y supera en mucho al total de
presos existente en Italia, Francia o Alemania.
En España, la tasa de reclusos
es de 153 por cada 100.000 habitantes, que es más del doble que en la Unión Europea
(70). Además, se da la circunstancia de que las prisiones españolas con las más
pobladas de Europa, tal como indica un estudio de la Fundación Atenea. Las
prisiones españolas tienen una capacidad para 921 internos aproximadamente,
casi el doble de la media europea que son 593 plazas.
Aunque la población reclusa ha
descendido con respecto al año anterior (-3.700) siegue siendo mucho mayor que
la de países de Europa Occidental. A pesar de que Suecia tiene la mayor tasa de
criminalidad de la UE, es uno de los países con menor número de reclusos (76
por 100.000 habitantes); también, en el caso de Italia (81
reclusos), Francia (96) o Alemania (91), llegando al menor
número en Grecia (76) que es el país más seguro.
Solo los países de Europa del
Este, como Polonia, Estonia o Lituania, ofrecen una mayor densidad de población
reclusa y superan a España.
En el estudio de la Fundación
Atenea se observa la tasa de reincidencia de los presos españoles, pues dos de
cada tres vuelven a cometer un delito cuando salen de la cárcel. Además, de
darse la coincidencia de que un 13% de los presos actuales habían estado en un centro
de internamiento para menores. Dicha Fundación saca una conclusión que es preocupante sobre
la reincidencia a edad tan temprana, pues destaca el hecho de que ocho de cada
diez personas que hayan entrado en prisión con veinte años, lo volverá a hacer
como mínimo cuatro veces o más a lo largo de su vida.
El problema de la reinserción
de los presos
La mencionada Fundación señala
como punto importante a tener en cuenta ese preocupante dato de reinserción
social y educacional que debe servir de punto de partida a los poderes públicos
para analizar si las políticas penitenciarias actuales son idóneas para lograr
el objetivo de la reinserción, tal como está previsto en el Art. 25.2 de la
Constitución Española-.
A su vez, el Gobierno afirma
que se están llevando a cabo otras medidas alternativas a la prisión. En la
actualidad 119.000 condenados están llevando a cabo trabajos en favor de la
comunidad, librándose así de una condena carcelaria. Además, confirma el dato
de que en el año 2000 se dictaron 800 sentencias con dichas penas alternativas a
la prisión y entre enero y agosto de este año se han acordado 150.000
resoluciones en tal sentido..
La Fundación antes mencionada,
insiste en la falta de programas eficaces dedicados a presos drogodependientes,
pues solo un 20% recibe tratamiento para la desintoxicación. Hay que tener en
cuenta que el número de presos con adicciones es el más numeroso. Se calcula
que el 80% de los reclusos ya consumían drogas antes de ingresar en la cárcel.
Por dicho motivo, España, pese
a ser uno de los países con menor delincuencia, se encuentra entre los primeros
de Europa por delitos contra la salud pública, muy por delante de Francia, Italia,
Alemania, Bulgaria o Reino Unido.
Cuidar de la reinserción de
los presos no es solo una función de los organismos públicos, sino también de
toda la sociedad. Hay que dejar los estereotipos sobre los exreclusos,
ofreciéndoles oportunidades cuando han cumplido con su condena y pagado su
factura con la sociedad. Solo entre los entes públicos y la reforma de las
políticas penitenciarias ineficaces, como han demostrado ser muchas de las
actuales, y el apoyo de la sociedad: familia, amigos, empresas, entes
económicos y laborales, pueden hacer que quien salga de la cárcel pueda aspirar
a llevar a la práctica un cambio radical de vida cuando se sienta apoyado,
comprendido y aceptado, para sí recuperar la propia dignidad, el deseo de cambiar,
integrarse en esta sociedad que ha sido muchas veces más el juez implacable que
le juzga una y otra vez, a pesar de la condena cumplida y de la deuda saldada
que parece renacer cada día en la vida de muchos reclusos ante el rechazo
social, las críticas y la falta de apoyo para que, quien una vez se equivocó de
camino, no vuelva a hacerlo porque, realmente, se sienta parte integrante de esta
sociedad que muchas veces confunde la pena cumplida con la deuda imperecedera
que siempre hay que recordarle a quien sale de prisión, y el delito cometido
con loa posibles que pueda tener en mente quien ha pagado con años de su vida
la equivocación que, algún día, cometió.
Los poderes públicos y la
sociedad en su conjunto son/somos los que debemos colaborar en que la
reinserción de los expresidiarios sea un hecho y uno un derecho escrito sobre
papel mojado.
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